lunes, 25 de junio de 2012

Una sordera perversa

Página12
22 de junio de 2012

Por Mariana Carbajal

La “revinculación” por orden judicial de niños y niñas que expresan haber sido víctimas de violencia o abuso sexual con el progenitor, al que señalan como agresor, genera cada vez más polémica. Dos reconocidos expertos en la temática, un juez y una psiquiatra infanto-juvenil, advierten sobre los graves riesgos que genera este tipo de medidas en los niños y niñas.

Organizaciones de defensa de los derechos de la niñez advierten sobre los riesgos de “reanudar” el contacto con el padre (o madre) denunciados, cuando existe un proceso penal abierto, pero los casos son complejos. Una ONG que defiende los derechos de la infancia y adolescencia tomó un caso testigo, que tramita en los tribunales de Familia de Lomas de Zamora, para denunciar que en estas situaciones se viola sistemáticamente “el derecho de los niños a ser oídos”. “Se debe interpretar lo que los chicos dicen en distintos ámbitos. Los están poniendo en riesgo”, señaló en diálogo con Las 12 la profesora universitaria Nora Pulido, coordinadora del Colectivo de Derechos de Infancia y Adolescencia, una coalición de ONG de todo el país que trabaja para incidir en las prácticas sociales y las políticas en materia de infancia y adolescencia. Pulido, junto a la hermana Martha Pelloni, titular de la Red Infancia Robada; Nora Schulman, directora ejecutiva del Comité de Seguimiento de la Convención Internacional de Derechos del Niño (Casacidn); Nora Cortiñas y Mirta Baraballe, de Madres Línea Fundadora, y Norberto Liwski, presidente de la Sección Argentina de la organización Defensa de Niños y Niñas Internacional (DNI), están haciendo el seguimiento de una causa judicial en manos de la jueza del Tribunal de Familia N° 3 de Lomas de Zamora, María Silvia Villaverde. La magistrada ordenó la reanudación del régimen de visitas de tres hermanitos, mellizos de 6 años y una nena de 4, con su papá, a pesar de que los pequeños han hablado en distintos ámbitos –el espacio terapéutico, la escuela, el hospital– verbalizando, con actitudes, y dibujos, sobre situaciones de abuso sexual a las que los habría sometido el progenitor. Los padres están separados desde marzo de 2008. El hombre fue denunciado por abuso sexual contra sus hijos en los días de visita. Fue sobreseído en primera instancia el año pasado –sin ser indagado ni citadas las terapeutas de los chicos– por el juez Luis Alberto Zelaya, del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción N° 13. La absolución fue ratificada por la Cámara de Apelaciones en lo Penal, sobre la base de informes que generan dudas sobre los hechos: no niegan ni confirman los abusos. Pero el fallo no está firme: la querella presentó un recurso en queja ante la Cámara Nacional de Casación Penal. El expediente está en la Sala N° 4. El Colectivo de Derechos de Infancia y Adolescencia está preparando un amicus curiae para presentar ante Casación. El abogado defensor del padre en la causa penal es el ex juez Francisco Trovato, destituido y condenado en su momento por recibir coimas.

Pulido pidió una audiencia con la jueza, en la que le planteó la preocupación de las entidades frente a este proceso de revinculación ordenado por la magistrada.

La jueza Villaverde amenazó a la madre –con cédula judicial– con darle la tenencia al papá si no lleva a los tres niños a las visitas de revinculación. El proceso de revinculación con el padre está supervisado por una psicóloga designada por el Tribunal, en la sede de Avellaneda de la Facultad de Psicología de la UBA, María del Carmen Pérez Caputo. Hasta ahora se hicieron dos encuentros en los que los chicos estuvieron con Pérez Caputo. En el próximo ya se verían con el padre. Tanto la psicóloga como la jueza acaban de ser recusadas por la madre de los niños. Además, la mamá presentó una denuncia contra Villaverde ante la Oficina de Control Judicial de la Suprema Corte bonaerense por supuestas violaciones de los derechos de los chicos. Esta oficina tiene facultades sancionatorias para los magistrados en el ámbito de la provincia. El maltrato institucional padecido por estos niños es alarmante. “La jueza Villaverde ha tomado sucesivas medidas despreocupándose de la integridad psicofísica de niños, que indican haber sido sometidos sexualmente. Lo actuado por la magistrada es exactamente lo contrario a lo que indica imperativamente la Convención Internacional sobre Derechos del Niño. Estos niños son meros objetos de medidas judiciales que obstaculizan la elaboración del trauma en los menores”, expresó el abogado Juan Pablo Gallego, quien acaba de asumir el patrocinio de la mamá. Gallego es el abogado que representó al Comité de Seguimiento de la Convención Internacional de Derechos del Niño en el juicio que terminó con la condena por abuso sexual al cura Julio César Grassi.

Los niños no ven a su papá desde diciembre de 2009. La madre fue denunciada penalmente por obstruir el vínculo del padre con los hijos. La jueza Villaverde viene ordenando sistemáticamente la revinculación con el progenitor, pero distintos recursos presentados por los abogados de la madre lograron postergarla. Incluso, a mediados de 2010 la magistrada ordenó que la “revinculación” se hiciera en la Comisaría de Familia de Lomas de Zamora. Y en otras oportunidades dispuso que los chicos fueran trasladados en un móvil policial, pero como los hermanitos se pusieron a llorar cuando una uniformada los fue a buscar a su casa y se negaron a subir al vehículo, el operativo se suspendió. Los abogados de la madre presentaron el 17 de abril en el Tribunal de Familia “prueba nueva” para fundamentar la suspensión de la revinculación, que consiste en testimonios y dibujos de los chicos, y expresiones dichas en la escuela, que darían cuenta de los abusos sexuales. Pero no fueron tenidos en cuenta. Entre otra documentación, figura el cuaderno de comunicaciones de la nena, donde la maestra de jardín le mandó una nota a la mamá y le cuenta que ese día la niña le contó espontáneamente que “mi papá me metía el dedo en la cola”.

La abogada del padre, en la causa de familia, Cristina E. Pibida, alegó que la denuncia de abuso sexual se trata de “una causa fabricada” por la mamá de los chicos, en el marco de un divorcio muy conflictivo, para evitar que su ex esposo vea a sus hijos, y que “no hay ningún elemento para imputar el delito de abuso sexual” a su defendido. “El 90 por ciento de las parejas que tienen problemas posteriores al divorcio siguen este camino de la denuncia por abuso sexual. A mí me lo vienen a proponer mis clientes”, dijo la abogada.

Al rechazar los planteos de la madre, el Tribunal de Familia N° 3 defendió el proceso de revinculación ordenado, en una resolución de noviembre de 2011. En su voto, la jueza Villaverde afirmó que “el mismo tiene como finalidad ayudar a los hijos a estar en contacto con sus padres u otros adultos de la familia, con los que hubo distanciamiento. El revincular tiene que ver con restablecer la paz dentro de la familia; tiene un aspecto educativo, pues les permite a los hijos incorporar la vivencia de que, después de la pelea y aun la guerra, se puede restablecer la paz y continuar la vida. Además, permite a la familia recomponerse sin aclarar lo ocurrido, debido a que en la memoria de cada uno los hechos son absolutamente contradictorios entre sí. En estos casos, el poner el punto final es aliviante y beneficioso para todos, en especial para los hijos”. Los otros dos integrantes del Tribunal, los jueces Roxana del Río y Enrique Quiroga, adhirieron a los mismos fundamentos. Pulido y las terapeutas de los niños fueron al Tribunal para pedir la suspensión del proceso de revinculación: esgrimieron el derecho de los niños a ser oídos. Los integrantes del Tribunal de Familia nunca los escucharon. El proceso de revinculación está por el momento suspendido –por las recusaciones que deben resolverse–, pero la medida no fue cancelada.

Lo que no se puede inventar

La psiquiatra infanto-juvenil y psicóloga Irene Intebi es una referente en el tema. Presidenta de la Sociedad Internacional para la Prevención de Abuso Sexual Infantil (Ispcan, por su sigla en inglés), se refirió al problema de las revinculaciones.

Un nene o nena pequeño que manifiesta situaciones de abuso sexual, a través de palabras, dibujos, gestos, ¿puede llegar a inventarlas?

–No diría que un nene o nena pequeño que manifiesta situaciones de abuso sexual, a través de palabras, dibujos, gestos, las pueda inventar. La cuestión es que estos indicadores de sospecha de abuso sexual tienen que ser evaluados por profesionales especializados en el tema para determinar la factibilidad de que el niño o niña pequeño/a esté describiendo experiencias de su vida o si está manifestando con el nivel de lenguaje o de grafismo de la etapa evolutiva en la que se encuentra situaciones que podrían parecer abusivas pero no lo son o si la persona adulta que observa los indicadores o escucha el relato, interpreta de manera errónea sus observaciones.

Hay organizaciones de padres alejados de sus hijos que sostienen que les pueden lavar el cerebro las madres para perjudicarlos en divorcios conflictivos y hablan de la existencia del llamado síndrome de alienación parental (SAP). ¿Está probado científicamente que existe el SAP?

–El SAP no es un síndrome científicamente aceptado. Es un término acuñado por Richard Gardner, profesor de psiquiatría infantil en la Facultad de Medicina y Cirugía (College of Physicians and Surgeons) de la Universidad de Columbia, que ejerció la práctica privada en Creskill, Nueva Jersey (EE.UU.), dedicándose hasta la fecha en que se suicidó (2003) a la psiquiatría infantil y forense, mayormente como perito de parte por la defensa de los agresores en casos de sospecha de abusos sexuales. Sus trabajos han sido cuestionados por colegas e investigadores debido a que sus afirmaciones no se basan en métodos de investigación estandarizados y a que no han sido sometidos a estudios empíricos, a investigación o a verificación por parte de otros especialistas. A pesar de ello, ha sido ampliamente citado en el ámbito judicial de muchos países. En mi opinión, la difusión de sus conceptos se debe a que coinciden con los estereotipos y los prejuicios que sostienen la negación y la invisibilización de las agresiones sexuales a niños y niñas.

Hay jueces que ordenan la revinculación de los niños con su padre denunciado sin sentencia firme. ¿Qué le parece ese tipo de medidas?

–La revinculación con una figura parental acusada de haber cometido abusos sexuales o de tener actitudes maltratantes hacia los hijos o hacia la mujer no es algo que debe hacerse a la ligera. Por el contrario, requiere una evaluación minuciosa, hecha por especialistas en temas de violencia hacia los/as niños, de la denuncia, de la factibilidad de que haya ocurrido y una recomendación fundamentada acerca de los beneficios y de las desventajas que podría acarrear. La fundamentación debería apoyarse en indicadores observables para cada caso en particular. No puede justificarse con vaguedades y opiniones al estilo de “sea como sea éste/a es el padre/madre que le tocó”, “todo/a niño/a necesita una familia y no importa cómo es ésta”, etc. Tampoco puede fundamentarse la revinculación en las necesidades y/o deseos de la persona que agredió a la nena o al nene. El adulto puede querer recuperar el vínculo con su hijo/a por diversos motivos que, en los casos en los que no ha habido una intervención terapéutica, raramente tienen que ver con reparar el daño producido. Por ejemplo puede querer demostrar a su grupo social que el abuso no ocurrió porque se le permite visitar a la hija o puede percibir la revinculación como una “batalla” ganada al adulto/a protector/a. Por otro lado, en caso de que los/as especialistas consideren que las agresiones han ocurrido, a nivel internacional está totalmente desaconsejada la revinculación entre un niño/a y un/a adulto/a o adolescente agresor/a que no ha recibido tratamiento específico en relación con las agresiones y que no haya tomado conciencia de los motivos y de los mecanismos que lo/a llevan a cometer las agresiones.

¿Qué impacto tiene en los chicos?

–Una revinculación que no tenga en cuenta las cuestiones señaladas puede ser altamente traumática para los/as niños/as, provocando la aparición o reaparición de comportamientos y dificultades que surgen ante situaciones traumáticas, incentivando los temores generalizados y la sensación de indefensión ante la falta de respuesta del sistema, por un lado, y, por el otro, ante la desautorización de la actitud cuidadora de los/as adultos/as no agresores/as por parte de un sistema que debería proteger al niño/a.

Los jueces alegan que no hay riesgo para los chicos porque se realiza la revinculación con la presencia de una psicóloga designada por el tribunal...

–Es posible que la presencia de una psicóloga del tribunal impida que ocurra cierto tipo de agresiones sexuales, por ejemplo las agresiones en las que hay contacto físico entre el agresor y su víctima. Pero no se pueden impedir las agresiones –sexuales y/o emocionales– en las que no hay contacto físico, como por ejemplo, la manipulación y la coerción emocional o la intimidación mediante la utilización de frases o “códigos” compartidos sólo por el agresor y la víctima. La psicóloga del tribunal tampoco podrá impedir la reactivación de vivencias traumáticas previas o posteriores a los encuentros. Por otro lado, debido a la cantidad de casos que cada psicóloga del tribunal tiene que atender, puede suceder que no pueda estar presente durante la totalidad del encuentro aun cuando la indicación del juez lo recomiende. Es importante que los/as jueces/zas que indican la revinculación tengan en cuenta esta posibilidad y dispongan de estrategias para evitar que así suceda.

Hay casos complejos en los cuales el denunciado resulta absuelto, pero los chicos siguen expresando rechazo a ver al padre o expresando de todas formas síntomas de que han sido abusados. ¿Cómo se deberían resolver esos casos?

–Es importante tener en cuenta que en los casos de abuso sexual infantil y de violencia contra niños y niñas en general la intervención adecuada se basa en la necesidad de proteger a la víctima de la reiteración de las agresiones, de reparar el daño causado por la situación de violencia crónica y de penalizar el o los delitos que puedan haber ocurrido. Si bien la penalización es un aspecto importante en el proceso de reparación, el paso fundamental es proteger a los/as niños/as de todas las formas de maltrato. Es probable que no existan pruebas contundentes para condenar a una persona sospechada de haber cometido abusos sexuales. La imposibilidad de penalizar significa solamente que no se pudo comprobar el delito y/o la autoría. No es equivalente a que el o los hechos no hayan ocurrido. En los casos en los que los chicos siguen expresando rechazo a ver al padre o persisten indicadores de abuso, es necesario que especialistas en el tema investiguen la posibilidad de que hayan ocurrido otras formas de maltrato y/o existan otras causas valederas que expliquen las actitudes de los/as niños/as.

Las revinculaciones desde adentro

“Los abusadores y sus defensores saben que si logran algún tipo de contacto directo con las víctimas, la posibilidad de influenciarlas e intimidarlas es inmediata y la impunidad está prácticamente asegurada”, indicó el juez Carlos Rozanski. “Esa clase de medidas no sólo son de gran crueldad, sino que además violan los derechos de las víctimas”, afirmó. Integrante del Tribunal Oral Federal N°1 de La Plata, que juzgó y condenó por genocidio al represor Miguel Etchecolatz y al capellán Christian von Wernich, Rozanski viene desde hace muchos años estudiando la problemática del abuso sexual infantil y su tratamiento en la Justicia. Es autor del libro Abuso sexual infantil, ¿denunciar o silenciar? y de una ley que impuso el uso de cámara Gesell para que los niños abusados brinden su testimonio en la Justicia en ese ámbito una sola vez y se evite su revictimización.

¿Por qué se promueven las revinculaciones?

–Son estrategias defensivas surgidas a partir de los avances de los últimos 20 años en la materia. Como se hace cada vez más difícil sostener discursos que descalifiquen a las madres y a los profesionales que validan los relatos, y por supuesto a los niños, se piden a los jueces estas “revinculaciones”.

Los abusadores y sus defensores saben que si logran algún tipo de contacto directo con las víctimas, la posibilidad de influenciarlas e intimidarlas es inmediata y la impunidad está prácticamente asegurada.

¿Es difícil probar el abuso sexual infantil?

–No, en mi opinión, eso es un mito. Lo verdaderamente difícil es lograr operadores que les crean a las víctimas y sobre todo que instrumenten mecánicas de intervención que no dañen a las criaturas, que no las silencien y que además no toleren que en su estrategia los acusados y sus defensas denigren y destruyan a sus madres. Las víctimas son un libro abierto. El secreto es leerlo adecuadamente y sin dañarlas. Para eso, lo que hace falta es contar con funcionarios judiciales comprometidos con la temática y la verdadera defensa de los derechos de los niños. Si quienes intervienen tienen esas características, las víctimas son protegidas, los abusos cesan y los abusadores son condenados.

¿Se inventan causas de abuso sexual infantil?

–Eso también es un mito propiciado por los abusadores y quienes se enriquecen con las defensas de esos casos. Está demostrado en el mundo que la inmensa mayoría de las denuncias son ciertas, que hasta cierta edad los niños son incapaces de mentir o fabular sobre situaciones sexuales no vividas.

¿Es sencillo determinar cuando son inventadas?

–Por supuesto, precisamente en la etapa en la que estarían en condiciones de inventar alguna historia de ese contenido, eso es fácil de advertir y no causa mayores perjuicios. Nadie es condenado por el “invento” de un chico. Eso también es un mito interesado.

En los últimos años se produjo un ataque a los peritos que validaban los abusos sexuales infantiles. ¿Cómo impactó esta situación en las causas judiciales?

–También ha sido una estrategia que dio buenos resultados a sus autores. Esos ataques también son una reacción a los avances y provocan a diario no sólo temor individual al profesional atacado y cuestionado, sino que además funcionan como un mensaje de terror al resto de los colegas. Es como un aviso mafioso de lo que le puede pasar a quien se atreva a validar casos de abuso.