lunes, 12 de enero de 2009

Seis niños murieron en La Boca

Publicó Página|12
11 de enero de 2008

El siniestro se habría originado por un cortocircuito en el edificio de la antigua sucursal bancaria, ocupada desde hace varios años. Hay doce heridos de gravedad. Murieron dos nenas de 1 y 4 años y cuatro varones de 7, 9, 11 y 13.

“Tuvimos que sacar a los vecinos, incluso, a dos mujeres embarazadas y muchos chicos por una ventana. Pensé que mis hijos habían podido escapar, pero cuando salí a la calle no estaban”, relató en un estado de desconsuelo total el padre de seis hermanos que murieron ayer calcinados al incendiarse un edificio tomado en La Boca. Además de las víctimas fatales, doce personas resultaron heridas de gravedad a raíz de la ingesta de humo tóxico o por producto de quemaduras. Al parecer, las llamas se originaron por un corto circuito: el estado de la instalación eléctrica de la vivienda familiar era pésimo. Sin embargo, según Luciano Alvarez –integrante del comedor Los Pibes, que se encuentra a la vuelta del lugar– “los bomberos tardaron 45 minutos en llegar y fueron los efectivos de la comisaría 24ª los que primero cercaron la zona, con lo cual, se dificultó muchísimo rescatar a las víctimas”. Por el momento, las más de 25 familias que vivían en la precaria construcción fueron trasladadas a distintos hoteles porteños.

Cerca de las 2 de la mañana, un grupo de jóvenes que se encontraban conversando en la esquina de Suárez y Almirante Brown alcanzó a ver que por una de las ventanas de la planta baja del edificio de la antigua sucursal del ex Banco Italia y Río de la Plata salía una enorme llama de fuego. Los adolescentes corrieron hacia el lugar, pero cuando llegaron se toparon con una situación desesperante: “La puerta de entrada del edificio estaba cerrada con candado por dentro, así que empezamos a patear la madera hasta que logramos abrirla”, aseguró Matías, una de las primeras personas que pudo socorrer a los habitantes de la precaria vivienda.

“No se veía nada, era todo humo negro”, confirmó una vecina del edificio, donde vivían las 25 familias carenciadas. El fuego se expandió dentro del lugar con rapidez debido a que había casillas de madera y muchos cartones en la ex sucursal bancaria. Además, la instalación eléctrica de las improvisadas viviendas formaban una maraña de cables que se expandían por todo el lugar. De hecho, según Alvarez, “las condiciones en el edificio eran muy precarias y el hacinamiento de las familias era total: cualquier llama era obvio que podía originar una tragedia”.

“Estábamos durmiendo con mi señora, cuando sentimos el humo y los gritos de los vecinos. Como estaba todo oscuro, empezamos a sacar a los chicos que encontrábamos por las ventanas”, relató el papá de los niños, de apellido Monzón. Antes de que llegaran los rescatistas, los vecinos arrojaron a dos mujeres embarazadas por una ventana para que no fueran alcanzadas por las llamas. Al tiempo, varios patrulleros de la comisaría 24ª llegaron al lugar del siniestro. No obstante, la ansiada “ayuda” se limitó a despejar la zona del incendio a la espera de los bomberos: “Saqué a un chico del edificio, y cuando quise volver a entrar para buscar a mis hijos, la policía no me dejó pasar”, relató Monzón, cuando aún esperaba que le dijeran dónde se encontraban sus siete hijos.

Al principio se desconocía el paradero de los hermanos: debido a la desesperada situación, sus padres los reportaron como desaparecidos. Alrededor de las 2 y media cinco dotaciones de bomberos de la Policía Federal y de los 2 cuarteles de voluntarios de La Boca acudieron a Suárez y Almirante Brown para combatir el fuego. También llegaron a las inmediaciones del edificio en llamas varias ambulancias del SAME y personal de Defensa Civil de la Ciudad de Buenos Aires. Entonces, una de las hijas del matrimonio Monzón fue encontrada y trasladada al hospital Pedro Elizalde.

“Recién a las 4 de la mañana los bomberos pudieron controlar una parte del fuego –confirmó Alvarez–. El problema empezó otra vez cerca de las 5, cuando al prenderse un entretecho de nylon que estaba arriba, se reavivaron las llamas.” Por suerte, 12 vecinos con heridas graves (en su mayoría producto de la inhalación de humo tóxico) pudieron ser trasladados a los hospitales cercanos. El comisario inspector Omar Bravo confirmó que “siete adultos llegaron al Hospital Argerich y cinco niños al Pedro Elizalde”. Pasadas las 10.30, los bomberos, tras extinguir los focos de incendio más importantes, encontraron los cuerpos de los seis hermanos. Al parecer, cuando se originó el fuego los niños se escondieron bajo una mesa, lo que impidió que, tanto los padres como los rescatistas, los hallaran con vida. En tal sentido, las víctimas fatales del incendio son dos nenas de 1 y 4 años, y cuatro varones de 7, 9, 11 y 13 años.

Después de casi 20 horas de trabajo, a las 19, los bomberos lograron apagar definitivamente el fuego. Además, los edificios linderos a la ex sucursal fueron evacuados y el gobierno porteño ofreció alojar a las familias afectadas en paradores de la ciudad y dar asistencia psicológica a los afectados. Sin embargo, Alvarez destacó “el nivel de solidaridad de los vecinos del barrio: el comedor está atendiendo a algunas personas rescatadas y nos están llegando muchísimas donaciones”.

Informe: Mariana Seghezzo.

lunes, 5 de enero de 2009

Los santos inocentes

Publicó Página|12
28 de diciembre de 2008


Por Martha Arriola *

"y (Herodes) mandó matar a todos los niños
de Belén y de toda su comarca de la edad
de dos años para abajo
Mateo 2,16"


El debate instalado en estos meses acerca del falso agravamiento de la cantidad de hechos delictivos cometidos por adolescentes y la propuesta de la baja de edad de imputabilidad actualizan el Día de los Santos Inocentes que hoy se conmemora. Hace algunos años que trabajamos desde la gestión pública la problemática de pibes en conflicto con la ley penal. Muchas veces escuchamos ante un hecho delictivo protagonizado por un adolescente pobre frases como “Qué piensan hacer con estos pibes? Elimínenlos...” Porque si en algo podemos parangonar el relato evangélico con la realidad de nuestros días es en que hay un rasgo fuertemente herodiano en la cultura neoliberal aún imperante: los pibes nos causan miedo, alguien tiene que terminar con ellos. Ocultamos tanto como es posible su existencia. Y, cuando por ahí se hacen visibles a partir de algún hecho violento, redoblamos la apuesta: pedimos mano dura, baja de edad de imputabilidad.

Como sistema enfrentamos una disyuntiva crucial: o avanzamos decididamente hacia más seguridad para todos/as, que es más trabajo, más distribución de la riqueza, más educación, más igualdad, más libertad, profundizando la etapa 2003–2008, o nos doblegamos ante los embates de los sectores que defienden exclusivamente sus propios intereses, sin entender que “nadie puede realizarse en una comunidad que no se realiza”. Es imprescindible ponernos de acuerdo en los grandes ejes de política pública y no corrernos de ahí al compás de la “política de mercado”. No se trata solamente de “medir lo que dicen las encuestas”, sino de seguir construyendo un plan que discuta en los hechos el escepticismo liberal impuesto.

Si algo aprendimos en nuestra experiencia de gestión es que la política pública se encarna en cada barrio. Con trabajo conjunto y presencia permanente del Estado. Con método: diagnósticos participativos, elaboración de planes locales y evaluación permanente de procesos y resultados. El Programa de Respuesta Múltiple para la prevención Comunitaria de la Violencia (PRM) que impulsamos junto a cientos de organizaciones comunitarias proporcionó espacios de pertenencia juvenil, posibilitó que ellos comenzaran a construir proyectos vitales, que recuperaran ganas de vivir y de realizarse. Aprendimos que era preciso un nuevo “cuerpo a cuerpo” para ser efectivos en el “rescate” y lograr integración comunitaria. Es posible alcanzar una política pública de Niñez y Adolescencia que nos sensibilice y active, que ame mucho más a los pibes concretos que los diagnósticos y discursos de restitución de sus derechos. Por esto decimos no a la baja de imputabilidad, sí al sistema de responsabilidad penal juvenil. Sí al sistema de promoción integral de los derechos de los pibes, los tres ejes de la campaña “Ningún pibe nace chorro” que junto a cientos de organizaciones y áreas de gobierno presentamos el 19 de diciembre. Miles de chicos siguen muriendo en nuestros barrios más humildes, víctimas de la violencia. No hay justificación posible. Un nuevo Herodes, impersonal y fantasmal, parece haber ordenado la matanza. Los santos inocentes andan por las calles de cualquier villa del conurbano. Muchos dirán que ya no son “inocentes”. Y en parte es cierto. Este nuevo Herodes ha sido mucho más cruel que el del relato evangélico. Primero mató su “inocencia”, su infancia, luego ordenó el degüello. Jesús se salvó de la matanza de Herodes porque un ángel les previno. ¿Seremos nosotros capaces de salvar a nuestros chicos? Ya los ángeles nos han avisado hasta quedar afónicos.

* Ex jefa de gabinete de la Intervención de la Policía Bonaerense (1998). Subsecretaria de Participación Comunitaria (Ministerio de Seguridad) 2004–2007 Subsecretaria de Niñez y Adolescencia (2008).

Tres jóvenes muertos en un motín en Orán

Publicó Página|12
26 de diciembre de 2008

Tres jóvenes presos de 17 años murieron, otros cinco resultaron heridos y dos policías fueron apuñalados en un intento de fuga de una comisaría en la ciudad salteña de Orán. El motín duró 45 minutos. Los tres fallecidos estaban detenidos por homicidio y murieron en el hospital al que fueron ingresados por inhalación de gases tóxicos.


Tres adolescentes murieron y otros seis quedaron gravemente heridos durante un motín que se produjo en una comisaría de la ciudad salteña de San Ramón de la Nueva Orán, a raíz de un frustrado intento de fuga seguido de una quema de colchones, informaron hoy fuentes oficiales.

Los tres adolescentes que murieron estaban detenidos por homicidio en la seccional 20 de Orán, a unos 286 kilómetros al norte de la capital de Salta, y sus fallecimientos se produjeron en el hospital San Vicente de Paul, donde fueron internados a raíz de la inhalación de gases tóxicos.

Al mismo centro asistencial, fueron llevados en principio, en estado muy grave, otros seis menores de edad, según informó el ministro de Justicia y Derechos Humanos de la provincia, Pablo Kossiner. Pero, por la tarde, los jóvenes fueron trasladados a los hospitales San Bernardo y Nuevo del Milenio, situados en Salta capital, en dos viajes que realizó un helicóptero Bell 412 ofrecido por la gobernación, señaló el director de aviación civil, Ricardo Funes.

Al llegar a cada centro de salud, los heridos fueron internados en salas de terapia intensiva debido a que su estado es muy delicado. El motín se registró a la 1.30 de ayer en la comisaría del menor, donde hubo un intento de fuga protagonizado, entre otros, por los tres fallecidos, identificados por las fuentes como Jesús Vides, Víctor Condorí y Hernán Guzmán, todos de 17 años.

La tentativa fue frustrada por varios agentes policiales, dos de los cuáles fueron atacados y se encuentran heridos de consideración. Se trata del policía Alvaro Mansilla, quien recibió un culatazo en la cabeza y debió ser intervenido quirúrgicamente en una clínica privada, y de José Arancibia, quien sufrió una herida de arma blanca que le atravesó uno de los codos de lado a lado.

Todo comenzó cuando los menores -todos considerados de alta peligrosidad- atacaron a Mansilla con pretensiones de lograr fugarse masivamente. Según las fuentes, el líder de la revuelta fue precisamente uno de los adolescentes fallecidos, que estaba detenido acusado de haber asesinado de una cuchillada a un chico de 14 años. En el momento del ataque a Mansilla, los menores detenidos estaban gozando de un rato de esparcimiento fuera de las celdas para celebrar la Navidad.

Tras el intento de fuga, los adolescentes prendieron fuego los colchones y trataron de romper una reja con la intención de trepar a los techos y ganar la calle, dijeron los informantes. "Estamos jugados, no nos importa nada", gritaba el líder del motín, según testimonios incorporados a la causa que lleva adelante la jueza de Instrucción Norma Vera. El motín se extendióa proximadamente 45 minutos, hasta que la Policía logró controlar la situación.

Para ese momento había 12 menores distribuidos en tres celdas de diferentes tamaños, pero no todos participaron de la revuelta, ya que dos de ellos intentaron intervenir a favor de los policías que eran atacados.

Durante el motín, el subjefe de la policía provincial, Mario Paz, se trasladó a Nueva Orán para disponer una serie de diligencias y colaborar con la jueza en resolución del caso.