Publicó Crítica Digital
18 de mayo de 2009
Se llama así a los chicos que no reciben atención del estado y viven sin techo en las villas de emergencia porteñas.
En menos de una semana, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires debe cumplir con un fallo judicial que lo obliga a dar asistencia a todos los jóvenes que consumen esa droga. Sin embargo, estudian apelar.
Por Claudio Mardones
Cuando falta menos de una semana para que el gobierno porteño decida si rechaza o cumple con el fallo judicial de la magistrada Andrea Danas, que le ordenó a fines de 2008 “garantizar la salud de todos los jóvenes adictos al paco en un plazo de noventa días”, una alta fuente de los tribunales de la ciudad confió a este diario “que existen alrededor de 600 casos confirmados de chicos en situación ‘de pasillo’, que pasan sus días diseminados en todas las villas y núcleos habitacionales transitorios de la Capital Federal”.
El dato, que sorprendió a jueces y fiscales del fuero contencioso porteño, no sólo aporta un descarnado pantallazo sobre la evolución del consumo de una droga con secuelas más graves que las que causa el consumo de pasta base de cocaína (PBC).
Según los especialistas, funcionarios y fiscales consultados, “la situación de pasillo” consiste “en la definición más precisa para graficar un estado diferente y más complejo que la situación de calle”. Pero para el padre José María Di Paola, coordinador del Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia, hay una definición más certera que para los curas villeros no es nueva. Se trata “del desamparo de vivir sin techo, que se combina con una evolución muy negativa de la adicción: ya no pueden vivir con su familia porque el consumo crónico los torna muy violentos y a la vez eligen refugiarse en un lugar que sea menos hostil que las calles porteñas –explica el párroco–. A pesar del empeoramiento que viven los chicos cuando son consumidores crónicos de paco y del rechazo generalizado de la sociedad, los vecinos de las villas les ofrecen una solidaridad más efectiva que el trato que reciben en la calle y desde el Estado, donde son tratados como casos irrecuperables”.
Sin embargo, fuentes del gobierno porteño, que no negaron la cifra de “600 chicos en situación de pasillo” coincidieron a medias con la caracterización del padre Pepe y revelaron que “entre 2008 y lo que va de este año se denunciaron 325 puestos de venta de paco en la ciudad, especialmente en la zona sur”. La situación “de pasillo” no sólo estaría relacionada con un refugio menos discriminador para los chicos, “sino con la cercanía a los puntos donde se puede conseguir paco con más facilidad”, explicó una alta fuente del Ejecutivo comunal, una respuesta que también apunta al papel de la policía en la persecución del narcotráfico en el territorio porteño, lo cual, para los especialistas del área encargada, es casi nulo.
Según un informe de febrero pasado del Equipo Móvil de la Dirección de Niñez de la Ciudad, en los barrios de “Pompeya, Boca y Barracas circula ‘casi libremente’ la venta de pasta base de cocaína y tolueno sin la adecuada injerencia de los diferentes actores que deben intervenir”. La repartición fue denunciada por el titular de la Asesoría Tutelar Nº 1, Gustavo Moreno, a la Cámara Correccional porteña para que la Justicia investigue si “la actitud omisiva de las fuerzas de seguridad podría constituir conductas delictivas”. Hasta ahora, no se ha sustanciado ninguna causa que investigue el caso, pero el funcionario judicial denunciante es el mismo que ahora espera que venzan los plazos judiciales para saber si la Ciudad cumplirá con la sentencia “o les embarga los sueldos a todos los funcionarios del área de Desarrollo Social hasta que se cumpla la sentencia”, dijo a este diario. Para Moreno, los 600 chicos “no son más que la punta de un iceberg donde se combina el consumo de todas las sustancias”. El letrado, encargado de defender los derechos de los menores porteños, insiste: “Me consta que la mayor cantidad de casos de chicos ‘en pasillo’ se puede verificar en las villas 15 y 3 de Soldati y la 21-24 de Barracas”.
LA TRAMA. En la ciudad viven cerca de tres millones de personas. De ellas, “un 58,5% de sus hogares vive en alguna situación de pobreza estructural o de ingresos”, según revela el Observatorio de la Coordinación de Políticas Sociales en Adicciones porteño. Según el último censo realizado por la Dirección General de Niñez, que data de julio pasado, en la ciudad “se identificaron 719 niños (menores de 18 años) en situación de calle”. Para fuentes de la comuna, ese panorama “ha empeorado en los últimos diez meses, algo que explica por qué hay 600 chicos en situación de pasillo”. Entre los datos que posee la Ciudad, “hasta diciembre de 2008 el 64,9% de los menores y adolescentes en tratamiento lo hizo con el paco como droga fundamental”. Los relevamientos oficiales indican que los consumidores de paco “son todos menores de 25 años, que el 2,3% de los estudiantes secundarios consumió paco alguna vez en su vida, que el 25% de los alumnos consultados considera que les ofrecen esa droga con facilidad y que el paco es la droga que se consume a más temprana edad, es decir, a partir de los doce. Para Moreno, “la negativa de Macri a cumplir esta sentencia no tiene sentido cuando la Corte Suprema de la Nación está por dictar un fallo para despenalizar el consumo de drogas y tratar a los adictos como enfermos. Si es así –razona–, ¿por qué no abrir los centros de atención necesarios?”. Desde la Procuración General de la Ciudad, a cargo de la defensa judicial del Estado porteño, contestaron que “todavía estamos evaluando si apelamos”.
Un consumidor promedio de 12 años
Según el informe 2007 de la Secretaría contra la Droga y el Narcotráfico de la Nación, “entre enero de 2006 y julio de 2007, se registraron 3.596 personas en tratamiento por adicciones”. En la ciudad, de los 677 internados, el 64,9% tuvo el paco como la principal droga que motivó su tratamiento, una cifra que en el ámbito nacional sólo alcanza el 22 por ciento. Pero según los últimos datos del Ministerio de Desarrollo Social porteño, “el paco se consume a más temprana edad entre los adolescentes escolarizados, con una media de doce años”. Explica que “sólo el 21% de los niños en situación de calle nació en la ciudad y que en el Gran Buenos Aires tienen más hermanos en calle que los porteños”, aunque se estima que habrían más chicos en esta situación. Según los últimos datos, los chicos “paran o ranchan con pares, ya que sólo el 27% está con adultos o con su familia, mientras que algo más del 30% de las niñas estuvo embarazada alguna vez (la mitad tuvo un hijo). “De acuerdo con la legislación argentina, son niños, pero de acuerdo con el modo de supervivencia, son adultos que se autodeterminan y autoabastecen”, revela un paper porteño.
“Revientan en provincia y vienen acá”
Mientras el gobierno porteño analiza si apelará ante el Tribunal Superior de Justicia la medida judicial que ya fue confirmada dos veces por fueros inferiores, la subsecretaria de Promoción Social de la ciudad, Soledad Acuña, dijo a este diario que “todo lo que pide la jueza ya esta cumplido, lo que no quiere decir que tengamos el 100% resuelto”, un concepto que fue rebatido por el asesor tutelar, Gustavo Moreno, quien confirmó que seguirá exigiendo un mapa epidemiológico y la partida presupuestaria necesaria para abrir todos los centros que hagan falta. Consultada sobre “la situación de pasillo”, explicó que “se trata de una categoría que encontramos en este primer trimestre” y advirtió que “la única solución es combatir al narco en la ciudad. Si en la provincia revientan las cocinas y no contienen a los chicos, se vienen a consumir a la Capital, por eso tenemos cada vez más cocinas en San Telmo, La Boca y Barracas”, en alusión al operativo de la semana pasada en la provincia que incautó 8.000 dosis de paco. Para el padre Pepe, “es vital que Ciudad y Provincia acuerden medidas conjuntas”.
martes, 19 de mayo de 2009
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1 comentario:
me parese q tenemos, q tener encuenta en los adolecentes con lo q son adictos al paco; y tenemos q alludarlos para impidir q consuman esta maldita droga q les ase mal a su salud.
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