lunes, 28 de julio de 2008

"Si alguien se llevó a mi hija, le pido que me la devuelva: no puedo más"

Publicó Clarín
26 de julio de 2008

Entrevista con la madre de Johana, la nena de 12 años que desapareció el miércoles de la semana pasada.

Los últimos mimos se los dieron mientras veían Kung Fu Panda. La familia estaba acostada en la cama grande frente al televisor. Johana, de 12, reía mostrando la lengua porque su hermano mayor, Miguel, de 14, tiraba patadas al aire y simulaba ser el personaje de la película animada. La mamá, Isabel, abrazaba al más pequeño, Armando, de 5, que se había dormido. Cenaron sobre las sábanas y se quedaron hasta las dos. Fue la noche del martes de la semana pasada. Al otro día, luego de un beso de despedida antes de ir a la escuela, Johana desapareció de la faz de la Tierra. Aún no aparece, y su madre hoy desespera.

Isabel Gainza vive en Pompeya desde que llegó de Jujuy, a los 17. Se enamoró y tuvo tres hijos. Y hoy, con 35 años, sólo puede abrazar a dos. Johana no está. Y esa es la causa por la que no ha dormido en la última semana. Se le nota en la cara hinchada y en las ojeras largas. Está quebrada. Teme lo peor, y aunque no se anima a pensarlo mucho, lo dice entre lágrimas y silencios. Sentada en un café del Centro, ruega: "Si alguien se la llevó, no sé con qué intención, le pido que me devuelva a mi hija. Es una tortura diaria. Llega la noche y no sé si comió, si tiene frío, si está bien".

La mamá está convencida de que no se fue sola, "jamás lo haría". Dice que entre ellas hablaban mucho, que se tenían confianza y que si hubiera tenido un problema se lo hubiera dicho. "Nos decimos que nos amamos todo el día, aunque estén los amigos", dice. Incluso, su hija le mostraba las cartas de sus compañeras. "Le escriben que es una 're amiga', que la 're quieren'". Así que tampoco desconfía de su entorno. "No conoce nada más que lo que la rodea. Y eso es bueno: sólo salía de la casa para ir a la escuela o a los Scouts. Nunca fue a otra provincia, siquiera".

Desapareció, justo, en el trayecto de la casa a la escuela. Su hermano Miguel la vio por última vez cuando subió al colectivo en Centenera y Cruz, y ella quedó esperando al 42 para ir al Normal N°4 de Caballito. "¿Cómo puede ser que nadie haya visto algo?", se pregunta. Y ella misma ofrece una respuesta: "La gente tiene miedo de hablar. Piensan que los van a perseguir.¡Despierten por favor! No pedimos su nombre, dirección, ni nada. Sólo que llamen al 102 y den los datos que tengan. Necesito que me ayuden. No tengan miedo. No puedo más. Se me cruzan muchas cosas malas por la cabeza".

Hay pocas pistas sobre su paradero. Entre los llamados al 102 los investigadores destacaron tres: el de una mujer que dijo haber visto una chica parecida por Belgrano; otros, que la vieron por la autopista 25 de Mayo, y un tercero que preocupó especialmente porque afirmaba que una niña con los rasgos de Johana preguntó, en Provincia, cómo tomar un tren a Quilmes. "Por más que no sea ella, es una nena que está sola. Mi caso no es el único. Tienen que encontrarlos a todos. Puede pasarle a cualquiera. Uno piensa que está cuidando bien a sus hijos y te los arrebatan".

INFORME MAESTRIA CLARIN

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