28 de julio de 2008
Mientras busca iniciar una reforma de la escuela media, Tedesco dice que la prioridad es mejorar la calidad educativa y bajar la deserción. Aspira a que este año se consensúe una ley universitaria.
Por Nora Veiras
El eterno conflicto con los ruralistas se calmó y el ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, espera que los medios renueven la agenda para que los temas de su cartera ocupen un lugar. Dice que la calidad educativa es una de las prioridades. El desafío es alcanzarla al tiempo que trata de que 6 millones de personas de entre 15 y 45 años terminen el secundario y que unos 90 mil adolescentes que año a año dejan colgadas materias en el último tramo de la escuela media se reciban. Confía en que la nueva Ley de Educación Superior sea sancionada este año “con máximo consenso” y advierte que la paritaria nacional “no tiene en agenda” un aumento salarial. Como pedagogo, uno de los ministros no peronistas del gabinete de CFK dice que uno de los nuevos desafíos de la escuela es la relación de los jóvenes con el uso de las tecnologías para propagar sus propios actos de indisciplina. Anuncia que este semestre se destinará a debatir la transformación del secundario.
–Estos meses de gestión estuvieron signados por el conflicto rural. Como miembro del gabinete nacional y como pedagogo, ¿qué lección aprendió?
–No soy yo el más indicado para analizar el conflicto con el campo desde su especificidad, aunque obviamente deja enseñanzas a todo el mundo. Quizá lo más impactante es cómo todos los problemas de la agenda educativa no fueron considerados públicamente. Estos meses hemos hecho muchas cosas importantes que no han tenido ninguna atención o muy poca: se aprobaron los lineamientos nacionales de la educación sexual, se lanzó el Plan Fines (de finalización de escuela secundaria para jóvenes y adultos), la licitación para la construcción de 150 escuelas, el programa de mejoramiento de enseñanza de las ciencias, el plan de lectura, y puedo seguir. La única noticia de educación que aparecía cada vez que el conflicto del campo disminuía era el tema de la violencia en las escuelas. La verdad que es difícil gestionar con una construcción de opinión pública y de comunicación de esas características. Dicho esto, el conflicto del campo deja también como aprendizaje de adultos esta idea de que es posible cortar rutas sin que nadie sea sancionado, que se discute muchas veces sin conocimiento. En sentido positivo hemos visto un muy buen debate en el Congreso como hacía años no se veía, eso también es educación ciudadana. También es importante advertir que hoy los conflictos sobre los que un ciudadano tiene que participar y decidir exigen muy buen manejo de conocimientos científicos, técnicos y valores éticos: el tema medioambiental, el conflicto en el campo, los temas de la salud, están demandando a la ciudadanía mayores niveles de reflexión, capacidad de análisis, es muy bueno como experiencia.
–¿El rol del Ministerio de Educación debe estar contemplado en una nueva Ley de Radiodifusión?
–Sí, lo estuvo siempre. Me parece que el tema de la ley será tratado como corresponde. Lo que me preocupa es el papel de los medios en los procesos educativos de la población. En ese aspecto tenemos que actuar proactivamente, por eso el canal Encuentro, por eso el programa de Escuela y Medios. Son acciones del Ministerio de Educación que muestran que es posible hacer una televisión pública educativa de muy buena calidad y que es posible educar a los alumnos en el uso de los medios. Lo que necesitamos con respecto a los medios es tener una demanda más calificada, una población que demande información y televisión de mejor calidad, que no se someta pasivamente a la manipulación que pueda haber del lado de los medios.
–En cuanto a los temas de violencia, resulta novedoso que a los chicos les interese la difusión de la indisciplina a pesar de la sanción que puedan recibir...
–Primero, es un fenómeno inédito y propio de esta época de uso, expansión y renovación de los medios de comunicación, unidos a las tecnologías de la información. Antes, cuando un chico cometía alguna falta no quería que se enterara nadie, ahora más bien la comete para que todo el mundo se entere. Los chicos están probando cuándo les ponen el límite y la verdad es que esto indica que hay muchos límites que empiezan a ser sobrepasados y que se debería intervenir más prematuramente. El otro tema es el papel de los medios en la cultura juvenil, que es un hecho nuevo, que debe ser estudiado, analizado. Es un hecho mundial, no es un problema argentino. Uno de los últimos números de Le Nouvel Observateur está dedicado a incidentes de este tipo en Francia. Tenemos que ver cómo el medio pasa a ser parte del problema. Esto afecta también la responsabilidad que los medios tienen que tener: si un chico filma y lo cuelga en Internet y el medio lo difunde, estamos haciéndole el juego a la indisciplina que el chico plantea. Es un fenómeno nuevo que interpela nuestro conocimiento profesional, técnico, y sobre lo cual no tenemos respuesta. Los investigadores, psicólogos, pedagogos, responsables de medios de comunicación deberían empezar a tomarlo como objeto de investigación y darnos elementos a quienes debemos tomar decisiones.
–En estos casos, ¿qué papel le asigna a la sanción?
–Nuestra función es educar, no es sancionar por sancionar. Algunos dicen que frente a esto que hay que echar al alumno: habrá que cambiarlo de escuela, buscar el lugar más adecuado, pero nuestro trabajo es educar.
–El gobierno porteño de Mauricio Macri presentó una denuncia penal por la toma del colegio Mariano Acosta. ¿Cómo analiza esa judicialización de la protesta estudiantil?
–No me atrevería a juzgar la actitud del gobierno de la ciudad. Lo que me parece es que estas estrategias de ocupación, toma de colegios, cortes de calle no son conductas que debamos estimular ni permitir. Son menores de edad y, además, la toma del colegio no es una metodología que permita avanzar en la solución del problema. Ahora, si hay que judicializarlo o no es otra cuestión. Tenemos que actuar educativamente, estamos ante chicos, son alumnos, ese mismo diálogo, ese mismo conflicto forma parte del proceso educativo. Eso tiene que ver con nuestra cultura. Acá todo el mundo ocupa, corta las calles, apela al método de la ruptura del diálogo inmediatamente. Hay que convocar a los chicos y también a los padres, que entiendan que sus hijos están para ser educados. Ellos también tienen que colaborar en esa tarea sin negar la justicia o no del reclamo.
–Educación sexual, adicciones, cuestiones de género, nuevos valores hacen a los temas que tienen que incorporar los docentes además de los saberes específicos. ¿Cómo se los prepara para esa complejidad?
–Por un lado, estamos trabajando en la formación inicial de los docentes incorporando estos temas. Para los docentes que ya están en servicio, la vía que estamos ensayando es la del trabajo en equipo y la de la responsabilidad institucional, colectiva, frente a estos nuevos desafíos. Estos temas no interpelan al docente individualmente ni en su trabajo en el aula. La unidad de desempeño de los docentes hoy es la escuela y es el equipo docente el que debe enfrentar esas cuestiones: los temas de convivencia, formación en valores, adicciones. Por eso hemos iniciado procesos de autoevaluación institucional para que analicen qué anda bien y qué no. En los diarios sale lo que anda mal, pero tenemos 50 mil escuelas, diez millones de alumnos y la mayoría funciona bien. Hay que apostar a eso y a formación más profesional en problemas nuevos, así como hablábamos de los medios, por ejemplo el tema adicciones, también es nuevo en la escuela, tenemos que apelar a nuevos conocimientos, capacitación en servicio, que es mucho más importante hacerla en la escuela (el director, el supervisor y los docentes, todos juntos), que seguir apostando a los cursos de capacitación individuales fuera de la escuela.
–Hay 6 millones de personas de entre 18 y 45 años que no terminaron la escuela secundaria. ¿Cómo se piensa reclutar a esa gente para que el Plan Fines sea significativo?
–El plan está pensado en dos grandes etapas: la primera ya empezó, está destinada a todos aquellos que hicieron hasta 5º año y no lo terminaron, que dejaron materias. Son muchos: en los últimos años el promedio es de 80 a 90 mil chicos por año que no egresan por esa causa. Se les estará ofreciendo la posibilidad de que rindan las materias que deben, les pondremos tutores. A partir de 2009 ya empieza el trabajo con los jóvenes adultos que deben un año, dos o todos. La estrategia está basada en ir a buscarlos a su lugar de trabajo, de participación social. Se están haciendo convenios con los sindicatos, ministerios, municipios, organizaciones sociales, barriales, de manera que tengamos casi un programa a la carta. Lo que no queremos, porque sabemos que no funciona, es ofrecerles el modelo de escuela nocturna a la cual tienen que ir todos los días. Sabemos que no vamos a llegar a los 6 millones, pero quisiéramos lograr un impacto muy significativo. Es un programa a término, la población tiene que saber que tiene esta oportunidad y la tiene que aprovechar. Esto no va ser eterno. En los próximos días vamos a firmar convenios con 40 sindicatos.
–Las estadísticas muestran también que la mitad de los chicos no termina el secundario. El ministerio habla de hacer foco en la reforma de ese nivel. ¿Por dónde pasa esa transformación y en qué tiempos?
–El segundo semestre del año lo vamos a dedicar a debatir sobre la nueva escuela secundaria. Estamos iniciando consultas sobre los primeros borradores, vamos a elaborar un nuevo borrador más avanzado. La primera medida concreta de transformación es hacer el debate nacional. Hay muchos problemas de la secundaria que desde el momento que ha sido declarada obligatoria son problemas y que antes no lo eran, se lo veía como algo natural: si hoy uno tiene en una escuela cinco divisiones de 1er. año y una de 5º...
–Es decir que cuatro de los cinco que empiezan no terminan...
–Hasta antes de la sanción de la ley eso no era un problema grave, hoy es una ilegalidad. Seamos serios, no se va resolver esto de un día para otro, pero sí necesitamos avanzar en esa línea de desnaturalizar algunos problemas. Quisiéramos que esta nueva escuela tenga un eje fundamental en la orientación. Un chico al terminar la secundaria tiene que ser capaz de decidir qué quiere seguir estudiando. Si no quiere estudiar, en qué quiere trabajar, en qué tiene que estar formado en el desempeño ciudadano, definir su proyecto de vida. Tiene que haber una escuela secundaria que ofrezca posibilidades de aprendizaje en todas las dimensiones, en lo científico, artístico, humanístico, deportivo. No hay manera de saber si uno es capaz de algo si no hace la experiencia. También implica un cambio en los métodos de evaluación. Todos los métodos de evaluación de la escuela tradicional estaban basados en la idea de que si alguien no aprendía se iba. Hoy tenemos la obligación de que todos aprendan, por eso pensamos en una escuela secundaria con mayor característica institucional: que los profesores sean profesores de la institución, que tengan horas de trabajo institucional, que trabajen en equipo, que ejerzan cierto monitoreo sobre los chicos que están necesitando mucha guía, que haya más adultos significativos en la secundaria. Estos cambios no se hacen por decreto, son cambios culturales, tanto de los profesores y los alumnos como de las familias. Es un proceso largo.
–¿No van a tardar 80 años para que se aplique plenamente?
–Esperamos que no, porque ahora los procesos son más rápidos, pero no pidamos que en cuatro o cinco años esté resuelto.
–Respecto de las 500 mil becas de nivel medio, ¿hay un seguimiento en cuanto a la continuidad de los chicos en el sistema?
–Lo que estamos dando como beca, en algunos casos no es suficiente. Estamos dando una beca de 600 pesos por año. Lo que nos está pasando es que un chico de 15, 16, 17 años si se consigue un trabajo deja la escuela. Estamos en un momento especial porque empieza a haber trabajo, el chico tiene la opción de estudiar o trabajar, y las familias no están tan bien como para no necesitar que el chico trabaje para cubrir sus necesidades. La ayuda de la beca es importante. La reflexión que nos hacemos es si no estuvieran esas becas sería mucho peor. Sabemos que esta estrategia tiene que mantenerse, pero la verdad es que tiene que ser transitoria; confiamos en que el país crezca y en que la distribución del ingreso sea cada vez más justa como para que no haya necesidad de que el Estado tenga que subsidiar a la familia para que pueda enviar a sus hijos a la escuela obligatoria. En un país con la distribución de la riqueza justa no habría necesidad de hacer esto. Si tenemos que aumentar la cantidad de becarios quiere decir que está aumentando la cantidad de pobres y eso no es una buena señal.
–En varias provincias, los sindicatos docentes piden una recomposición salarial por los aumentos de precios. ¿Hay posibilidad de aumentos en el marco de la paritaria nacional?
–Por ahora no está en la agenda.
–Usted tenía buen diálogo con Alberto Fernández. ¿Qué expectativa tiene sobre el nuevo Jefe de Gabinete, Sergio Massa?
–A Massa lo conozco de su gestión en la Anses muy transitoriamente y después como intendente de Tigre, muchas veces colaboramos en los programas educativos del municipio. Me parece un hombre muy inteligente, activo, con gran capacidad de gestión, confío en que nos vamos a poner a trabajar rápidamente. Iniciaremos un vínculo que, creo, va a ser tan positivo como lo fue con Alberto Fernández. Quizás haya cambios de estilo personal, pero estoy muy esperanzado y confiado en que esto va a andar.
–Como ministro independiente ya tuvo muchos actos peronistas...
–No. Tuve actos no peronistas, del Gobierno, de las fuerzas políticas, intelectuales, que apoyan el proyecto del Gobierno. Nunca me sentí forzado, creo que los debates de estos últimos meses convocaron a un sector de la sociedad más que a un partido político. Este ministerio siguió trabajando con el mismo espíritu plural y abierto con el que lo venía haciendo.
–Es decir, cantando el Himno Nacional y no la Marcha Peronista.
–No creo que me hayas visto.
–Me sorprendería, pero bueno...
–Cantando el Himno y Aurora también.
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