19 de julio de 2008
Salvando las distancias, la persecución que se vivió en el centro comercial de San Justo, en La Matanza, bien podría haber sido protagonizada por los asesinos a sueldo interpretados por John Travolta y Samuel L. Jackson en Pulp Fiction, la película de Quentin Tarantino. Es que lo ocurrido en esa ciudad del conurbano no difiere demasiado, salvo que, a diferencia de aquellos violentos personajes, los dos asaltantes locales –que no llegaban a la mayoría de edad– asaltaron un quiosco, hirieron a su dueño y a una mujer que caminaba por la calle, robaron dos autos, tomaron a uno de sus conductores como rehén y fueron perseguidos por la policía de La Matanza, con la que se enfrentaron en un tiroteo. Finalmente, uno de los ladrones pudo escapar mientras que el otro murió en el enfrentamiento.
La secuencia comenzó a alrededor de las 20 del miércoles, cuando dos chicos de 16 y 19 años intentaron asaltar, navaja en mano, el quiosco ubicado en Illia y Entre Ríos, una esquina en pleno centro comercial de San Justo.
En plena actividad, los delincuentes se encontraron con una fuerte resistencia por parte del dueño del comercio, quien sacó a relucir su arma, “legalmente registrada”, según Gustavo Astiazo, jefe de la Departamental La Matanza de la Policía Bonaerense. El hombre se trenzó en un forcejeo con los agresores, en el que el arma se disparó, hiriendo a uno de los jóvenes en la pierna. En represalia, el dueño del quiosco recibió cuatro puñaladas en el pecho.
Asustados, con uno de ellos herido, los jóvenes abandonaron el comercio. Pero se encontraron con un móvil de la Policía Buenos Aires Dos, de La Matanza. Entonces, efectivos y ladrones iniciaron un tiroteo en el que resultó herida una mujer de 80 años que caminaba por la calle Illia. Al igual que el dueño del comercio, la señora quedó fuera de peligro, tras recibir atención médica en la clínica privada Los Cedros, informaron fuentes policiales.
Aunque el delincuente que permanecía ileso recibió un tiro en la pierna izquierda durante el enfrentamiento, logró escapar. “Se perdió entre los transeúntes”, explicó Astiazo a PáginaI12. El otro, en tanto, eligió al azar uno de los tantos vehículos que esperaban por el corte del semáforo de Illia y Ocampo, a una cuadra de donde todo había comenzado, y se subió a un Citröen C3, llevándose a su conductor de rehén mientras lo apuntaba con el arma que pertenecía al quiosquero.
Con ocho móviles policiales tras sus huellas, el joven y su rehén iniciaron un recorrido de veinte cuadras, durante el que, en un vano intento de deshacerse de sus perseguidores, cambió el C3 por un Wolksvagen Fox, también robado. El final se precipitó de inmediato. Luego de que el rehén se lanzara del auto y lograra escapar, el asaltante, sin poder controlar el vehículo, se estrelló contra una pared y también abandonó el Fox.
Acorralado por la policía, abrió fuego. Uno de los efectivos “respondió a la agresión y lo hirió en el pecho”, comentó el jefe policial. Murió horas después en el Policlínico San Justo.
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