lunes, 25 de agosto de 2008

El 25% de los jóvenes no trabaja

Publicó suplemento Comunidad diario La Nación
16 de agosto de 2008

Título original: Un futuro incierto

El 25% de los jóvenes no trabaja, mientras que dos tercios lo hace en la informalidad, producto de la pobreza y la escasa educación. Diferentes iniciativas se orientan en capacitarlos e insertarlos en el mundo laboral.

Por Micaela Urdinez

Cuando su mamá lo tomó de la mano para traerlo a esta tierra lejana que prometía tesoros de oportunidades, Luis no opuso mucha resistencia. Era el año 2001, él tenía sólo 13 años, sus padres se habían separado recientemente y su madre, en su Perú natal, sólo ganaba 5 pesos diarios. En ese contexto, el viaje a la Argentina era una aventura prometedora.

Pero las cosas no fueron tan fáciles al llegar. Su madre empezó a trabajar en geriátricos, cuidando ancianos y también como empleada doméstica. El, además de cursar el secundario, se las rebuscaba para sobrevivir: producía flanes que vendía en los restaurantes y a la gente de la comunidad peruana.

Después de rotar por varios domicilios, compraron por 2500 pesos un cuarto de una casa tomada con la esperanza de formar una vivienda estable. Hace unos meses les llegó una carta de desalojo que derribó ese sueño y ahora están buscando un lugar para alquilar por Barracas.

Luis forma parte del colectivo de jóvenes que, viniendo de contextos desfavorables, se enfrenta con la dura tarea de insertarse en un mundo laboral que cada vez les presenta más exigencias. Con sólo 20 años, él carga sobre sus hombros la responsabilidad de mantener la casa. Luego de varios intentos fallidos, con un título secundario bajo el brazo y un curso de capacitación en gastronomía en la Fundación Forge, consiguió su primer trabajo en blanco como auxiliar de mozo en el restaurante Rodizzio de la Costanera, demostrando que es posible romper con las barreras de la exclusión.

"Los jóvenes pobres tienen más probabilidades de fracasar en la búsqueda de empleo: sus credenciales educativas son de baja calidad, son limitadas sus redes sociales, carecen de capacitación para el trabajo, acceso a computadoras y experiencia laboral, reforzando todos estos elementos su situación de vulnerabilidad social", afirma un estudio realizado por el ámbito de Trabajo de la Fundación SES, en 2007.

Según un informe del Ministerio de Trabajo, en la Argentina viven aproximadamente 6.500.000 jóvenes de 15 a 24 años. De ellos, 1.219.600 que no estudian ni trabajan son los que hipotecan su futuro por falta de oportunidades; el 80% pertenece a los hogares más pobres, situados en I y II quintil de ingresos. Considerando el conjunto de la población económicamente activa (PEA) joven, el 74,9% se encuentra ocupado y el 25,1% está desocupado.

El desempleo juvenil se concentra en los grupos sociales más vulnerables: entre los jóvenes son las mujeres y los menos educados los más afectados. A su vez, la mayor parte de los jóvenes desempleados proviene de hogares de escasos recursos. Se genera con ello un círculo vicioso de transmisión intergeneracional de la pobreza.

El informe identifica tres grupos de jóvenes sin empleo cuya situación socio-laboral requiere atención prioritaria. Ellos son los adolescentes desempleados que no estudian, 154 mil personas; los jóvenes desempleados con responsabilidades familiares, 69 mil personas, y los adolescentes que no trabajan, no buscan trabajo ni estudian, 320 mil personas.

Informalidad

La exclusión es como un remolino que arrasa con las esperanzas de millones de jóvenes y que se filtra también en el ámbito laboral, generando entre los jóvenes ocupados condiciones de subocupación, sobreocupación, abuso, informalidad y clandestinidad. En este grupo, la característica más saliente es la informalidad laboral: dos de cada tres jóvenes trabajadores son informales, no gozan de los beneficios que otorgan las normas de protección al trabajo y reciben un salario muy inferior. La brecha salarial entre los jóvenes asalariados formales e informales es superior al 240%.

Conscientes de este diagnóstico, diversas fundaciones, empresas y organismos gubernamentales dirigen sus esfuerzos a brindar capacitación a jóvenes de bajos recursos para que puedan adquirir las herramientas necesarias para insertarse formalmente en el mundo laboral (ver aparte).

"Cuando empecé el curso en la Fondation Forge no sabía nada sobre cómo servir. Pero más que nada aprendí sobre la calidad del servicio, el trato humano, y eso es lo que muchas veces hace la diferencia con el resto. Todos saben servir, pero yo le transmito a la gente que me gusta lo que hago", dice Luis, con una sonrisa que conquista a todos sus clientes.

Como él, cerca de 220 alumnos podrán acceder a un empleo de calidad en 2008 gracias a los cursos de formación técnica y humanística que brinda la entidad. "Nuestro público son chicos de 16 a 19 años, hijos de jefe de hogar ocupado en empleos de baja calificación", aclaró Patricia Pérez, directora de la Fondation Forge.

Luis trabaja de miércoles a lunes, desde la 6 de la tarde hasta el cierre, y cobra 1900 pesos por mes, más 20 pesos de propinas por día. "Mi mamá le paga la universidad a mi hermana, así que mi ingreso es el más importante de la casa. Para pagarme el sueldo me abrieron una cuenta en el banco y fue muy loco porque yo no sabía ni cómo usar un cajero. Nunca había tenido nada a nombre mío", explica este chico, que sueña con llegar algún día a ser gerente de un hotel o restaurante, y que planea empezar a estudiar hotelería el año próximo.

"Es una satisfacción cuando los clientes se quedan contentos y quieren volver. A uno le sube la autoestima que la gente valore su trabajo", resume Luis.

Cargos operativos

Los empleadores encuentran en los jóvenes una fuerza laboral atractiva, ya que destacan en ellos características como flexibilidad, facilidad para el aprendizaje y esfuerzo por superarse. Generalmente, los adolescentes que provienen de estratos bajos y carecen de formación universitaria pasan a cubrir la demanda de cargos operativos de baja responsabilidad: administrativos, promotores, vendedores, técnicos, asistentes, cadetes o recepcionistas.

Es el caso de René Céspedes, que hasta hace unos meses repartía su tiempo en changuitas de albañilería, cuidaba casas o arreglaba aparatos electrónicos. Hoy gana 1135 pesos por mes en una pasantía que realiza en Unilever, como repositor del supermercado Coto. Trabaja de lunes a sábado, 5 horas por día y está contento con la posibilidad de tener un trabajo fijo.

Tiene 21 años, y hace un año y medio que participa del programa Desafío de la Fundación FOC, donde recibió diferentes capacitaciones, entre éstas un curso de cocina-restaurante que está por terminar en unos meses.

"En el trabajo estoy aprendiendo a hacer cosas en diferentes sectores y eso me estimula. También me gusta tener tiempo para seguir capacitándome y para otras actividades", dice este adolescente que terminó el colegio, pero todavía le falta rendir algunas materias.

Su padre se dedica a services de electrodomésticos y mecánica, entre otros. Vive con él y sus dos hermanas en Bernal Norte. René se está construyendo una pieza para él solo en el mismo terreno, pero separada de la casa. "Todavía estoy comprando algunos materiales y pintura para arreglarlo, con unos amigos que me ayudan", contó el joven.

En un futuro no tan lejano le gustaría trabajar como programador de computadoras, y en el servicio técnico arreglando los equipos. Por eso, explica, prefiere hacer distintos cursos cortos que ir a la universidad.

La gran cantidad de jóvenes que tienen que abandonar sus estudios porque la prioridad es llevar el pan a la mesa se encuentra en franca desventaja a la hora de conseguir un empleo de calidad.

Las cifras muestran que entre los jóvenes con secundario incompleto, la tasa de desocupación es del 26,8%. Entre los que tienen secundario completo, la tasa se reduce al 24,4%, mientras que los que alcanzan el nivel superior completo tienen una tasa de desempleo de 11,9%.

Participación femenina

A pesar de la tendencia de crecimiento de la participación femenina en la fuerza laboral juvenil (39%), ésta sigue siendo muy inferior a la de los varones (54,6%). Casi un tercio de las mujeres jóvenes en situación laboral activa se encuentra desempleado, frente al 20% de los varones en la misma situación.

"El otro día me crucé con una amiga, que era el mejor promedio de la escuela, repartiendo volantes en la calle. Casi la mato", cuenta Julieta Sosa, dejando en evidencia que también existen los casos de adolescentes que tienen mejores oportunidades de crecer y las desaprovechan.

Si bien Julieta todavía debe una materia del secundario - que piensa rendir este mes - desde febrero trabaja de camarera en Café Martínez. Su papá es operario en una curtiembre y su mamá está desempleada. Vive con ellos y sus cuatro hermanos en Villa Jardín, Lanús, y tiene intenciones de empezar a estudiar Turismo.

Cuando terminó el colegio probó suerte en un delivery en Tribunales por dos meses, pero dejó porque la maltrataban y sólo cobraba 40 pesos por día. Después tuvo una experiencia de un mes como encuestadora para la Secretaría de Transporte, y también incursionó en la confección de vinchas de cuerina en su casa para una señora que le pagaba 15 centavos cada una.

"El curso que hice en la Fondation Forge me hizo crecer un montón y aprendí cosas sobre el mundo del trabajo que no sabía", dijo esta joven tímida, de 19 años, pero que tiene bien claro qué quiere para su vida. "A los 3 meses de empezar este trabajo me ofrecieron el puesto de encargada, pero yo lo rechacé porque no me sentía preparada. Prefiero ir dando pequeños pasos, pero seguir creciendo."

Cobra 1100 pesos en mano por mes, y cerca de 60 pesos de propina por día. "La mitad se lo doy a mis papás para aportar en casa."

En el caso de Maximiliano Aga, la realidad lo obligó a convertirse en jefe de familia, ya que su mamá trabajaba como data entry en una droguería, pero actualmente está desempleada.

Tiene 19 años y sostiene: "Es una responsabilidad, pero la llevo bien. Cuando puedo me doy un gusto comprándome algo para mí o para mi pareja. La prioridad es la casa, y el resto lo administro hasta fin de mes".

Vive con su mamá en San Telmo, mientras que su papá, un comerciante de toda la vida, vive en Retiro. Desde enero trabaja en el local de Adidas, en Paseo Alcorta, como vendedor de salón y por lo que cobra 1500 pesos por mes.

Tiene ganas de seguir estudiando, pero todavía no sabe bien qué. "Me gusta mucho todo lo que es atención al público, y crecer en lo que es venta y comercio".

Si bien todavía queda mucho por hacer para desarrollar políticas integrales de inserción laboral de los jóvenes, estas historias de chicos que viniendo de contextos desfavorables consiguen lograr el sueño de un trabajo estable, demuestran que apoyados por la labor de las ONG, las empresas y el Gobierno son capaces de desplegar todo su potencial y forjar su futuro.


Una articulación con buenos resultados

El Programa Jóvenes con Futuro es una respuesta a la problemática del desempleo juvenil surgida de la Red de RSE y Trabajo Decente, impulsada por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. La red es una iniciativa de sinergia público-privada desarrollada con la finalidad de promover la cultura del trabajo de calidad y el diálogo social. Cuenta con la participación de 100 entidades empresariales, el apoyo de instituciones académicas, organizaciones sindicales, y la sociedad civil y el patrocinio de Cepal, PNUD y OIT.

Está dirigido a jóvenes desempleados, de 18 a 24 años, procedentes de hogares pobres, de bajo nivel educativo, y escasa o nula experiencia laboral, y propicia el desarrollo de prácticas laborales calificadas, la culminación de la educación básica, la acreditación de las competencias adquiridas y su inserción en empleos de calidad.

El programa se diseña, ejecuta y financia conjuntamente entre las empresas de la Red y el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, llevando adelante proyectos de formación de elevada calidad e impacto social en el marco de la RSE.

Algunos de los principales resultados alcanzados en los primeros dos años de ejecución son los primeros 1000 jóvenes incursionando en procesos de formación profesional en 33 empresas líderes, convocados por 7 organizaciones de la sociedad civil y una Red de Oficinas Municipales de Empleo, que actúan como plataforma nacional de intermediación laboral.

Iniciativas de las empresas

Alfredo Morel tiene 18 años y en 2003 fue becado como parte del programa educativo Futuro Cercano, de Coca-Cola, que tiene como objetivo ayudar a alumnos en riesgo de deserción escolar. Así fue como se dedicó a estudiar con gran dedicación.

Como sueña con recibirse y ser una gran profesional, más tarde se anotó en la Escuela Taller Pescar Village Coca-Cola, en la que los alumnos se capacitan durante nueve meses en distintas disciplinas con el objetivo de obtener una formación integral para su iniciación laboral. Y así, poco a poco la posibilidad de ser un gran profesional se encuentra más cerca.

En un contexto en el que a muchas empresas les cuesta conseguir mano de obra, una de las posibles soluciones es que la compañía capacite a los jóvenes de su zona de influencia en los oficios que necesita.

Con este objetivo, el Programa Petrobras Educar para Trabajar funciona desde 2004, y es posible gracias a la alianza entre la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, el Ministerio de la Provincia de Buenos Aires, el Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM) y la UTN (Facultad Regional Delta).

Tiene impacto en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, La Pampa, Neuquén y Santa Cruz, con más de 600 alumnos inscriptos y 400 egresados.

Desarrollo personal

Por su parte, Adecco organiza un programa de capacitación para jóvenes del último año del secundario que pertenezcan a zonas necesitadas del Gran Buenos Aires, dentro de las actividades previstas por la iniciativa Prejal de la OIT.

Hasta el momento, 125 alumnos de la Escuela Nº 2 de Derqui han finalizado el programa.

Con el lanzamiento de los talleres 2008 del Programa Del Colegio al Empleo, auspiciado por el Grupo Orígenes, el número de alumnos que recibe capacitación para encontrar trabajo ascenderá este año a más de 100.000.

Se trata de una experiencia que viene desarrollando la compañía junto a Santander Río y la Fundación Oportunidad desde hace más de seis años, y que en esta nueva edición se concentrarán en 120 escuelas de Capital, Gran Buenos Aires y Córdoba.

El Banco Galicia, a su vez, trabaja en conjunto con FOC en su Programa Desafío generando cursos de formación auxiliar contable y formación para call center.

Hasta el momento, se incorporaron tres jóvenes que se desempeñan en el Call Center y ejercen tareas administrativas.


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