16 de agosto de 2008
Por Bernardo Kliksberg
El 25% de los jóvenes latinoamericanos quedaron fuera del sistema escolar y no están en el mercado de trabajo. En la Argentina se estima que son cerca del 20%. ¿Dónde están? Son excluidos. Sin presente ni futuro. ¿Pueden ser rescatados? Desde ya. Para eso, se requiere atacar las causas de su situación y tenderles un puente de inclusión.
Hoy no existe la posibilidad de conseguir un trabajo formal sin haber finalizado la educación secundaria. El 52% de los jóvenes latinoamericanos no la terminan. Entre los jóvenes pobres, el 66%. Los motivos son pobreza, el trabajo infantil, la desarticulación de las familias.
Con toda razón, la OIT plantea que para que los jóvenes puedan acceder a un trabajo decente primero hay que crear las condiciones para que mejore su escolaridad. En Brasil, Guatemala, Honduras y Nicaragua, el 20% de los jóvenes urbanos tienen menos de 5 años de escolaridad. En los sectores rurales, ese elevado porcentaje sube al 50 por ciento.
En la Argentina, según la OIT, hay 6,5 millones de jóvenes de 15 a 24 años en las ciudades. Pese a los progresos ocupacionales de los que participan en el mercado de trabajo, el 20% está desocupado, y los dos tercios de los empleados tienen un trabajo precario.
El programa Prejal de la OIT está impulsando un vigoroso proyecto tripartito de inclusión laboral de gobiernos, empresas y sindicatos en la región y el país. Somalia, director general de la OIT, estima que incluir a los jóvenes será agregar 2,2 millones de millones al producto bruto mundial.
Es un tema fundamental para mejorar la cohesión social y la economía, pero sobre todo es obligación moral ineludible de una sociedad democrática abrir las puertas a sus jóvenes.
El autor es asesor principal del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo para América Latina
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