27 de octubre de 2008
La voluntad política de combatir la trata y la herramienta que significa la nueva ley permitieron en los últimos seis meses concretar tres o cuatro procedimientos por semana. Un mapa de la prostitución posibilitó conocer la realidad en todo el país: hay zonas de reclutamiento, de “adiestramiento” y de distribución.
Por Mariana Carbajal
Ciento diez mujeres, casi la mitad niñas y adolescentes, fueron rescatadas en distintos allanamientos del infierno de las redes de trata para explotación sexual en los últimos seis meses, según las estadísticas del Ministerio de Justicia a las que tuvo acceso PáginaI12. La decisión política de combatir a las mafias que lucran con cuerpos femeninos, sumada a la aplicación de la nueva ley, está dando resultados. Cada semana se realiza un promedio de tres a cuatro procedimientos en cabarets y burdeles: en un total de 85 procedimientos practicados entre mayo y el jueves último fueron detenidas 82 personas, acusadas de formar parte de esas bandas en alguno de sus eslabones: como reclutadores, a cargo del traslado de mujeres o como proxenetas.
Con el testimonio de víctimas liberadas se armó el mapa de la trata en el país: hay regiones de reclutamiento, zonas con centros de “ablandamiento” o “adiestramiento”, ciudades en las que se produce la distribución y reventa de chicas y provincias receptoras (ver aparte).
“A las niñas las reservan como las frutillas del postre. Suena horrible pero lo que se cotiza es el genital joven”, graficó el destino de las menores chupadas por redes de trata para explotación sexual la abogada Silvina Zabala, jefa de Gabinete del Ministerio de Justicia y titular de la Oficina de Rescate y Acompañamiento de Personas Damnificadas del Delito de Trata, creada luego de la sanción de la ley de trata. La norma, que tipificó el delito y lo puso en la órbita de la Justicia federal, entró en vigencia el 29 de abril. Desde ese día hasta el jueves último –cuando se rescató a una chica de 16 años–, se contabilizaron 85 procedimientos ordenados por la Justicia y realizados por distintas fuerzas de seguridad, principalmente Policía Federal y Gendarmería. De las 110 mujeres liberadas en seis meses, 55 son mayores y sobre 14 no se precisó la edad. El resto, 41 niñas y adolescentes, de acuerdo con las estadísticas oficiales, entre ellas las hermanitas de 11 y 14 años de Misiones, entregadas por su madre a un rufián y rescatadas a partir de la denuncia de su hermana de 16, que había podido escapar.
En uno de los allanamientos que se hicieron el sábado 18 de octubre en cabarets de la localidad bonaerense de Carlos Casares, al oeste de la provincia, encontraron un book con fotos en ropa interior de una de las niñas rescatadas. “Las deben ofrecer a determinados clientes a precios diferenciales”, señaló Zabala. En esos procedimientos fueron liberadas cinco chicas de 13 a 17 años que eran obligadas a prostituirse y detenidas seis personas acusadas de ser las encargadas de los prostíbulos. Esta semana tres mujeres fueron apresadas en otro operativo en un edificio del barrio porteño de Mataderos, después de que una mujer denunciara que su hija de 16 años era explotada sexualmente en ese lugar. Las cifras de liberadas y detenidos se acrecientan cada semana.
Las torturas a las que son sometidas las jóvenes y niñas al caer en las redes van desde violaciones sistemáticas para “ablandarlas” y “adiestrarlas”, ingesta compulsiva de drogas, quemaduras con cigarrillos si se resisten, poca alimentación, hasta “trabajo” sin respiro entre cliente y cliente. La descripción la brinda a PáginaI12 Claudia Lascano, la Susana Trimarco del noreste argentino, líder de la Coalición Alto a la Trata, que articula a varias ONG, entre ellas la que ella preside en Posadas y que está trabajando ahora en coordinación con el Ministerio de Justicia (ver aparte). Sabe de tantas atrocidades por el relato de decenas de víctimas que en los últimos años ha escuchado. “Aunque tengan documentos falsos y digan que son mayores, un cliente no puede no darse cuenta de que está teniendo sexo con una chica menor de edad. Lo que ven son chicas totalmente enajenadas, con la mirada perdida, que no saben si es de noche o de día, que no tienen frío ni calor. Es imposible que no sepan que son nenas. A una la encontramos con los talones cortados: se los habían cortado en el burdel para que no se escapara”, cuenta Lascano. Hace una semana y media hubo un operativo en Comodoro Rivadavia: rescataron a una adolescente de 17 años del cabaret La Casita de Amor. La muchacha contó que fue subida por la fuerza a un auto en Oberá, donde ejercía la prostitución en una plaza, y que la llevaron en auto hasta la ciudad chubutense, donde la mantenían en condiciones de esclavitud. Hubo cuatro detenidos. Otra joven, liberada de una parrilla que funcionaba como prostíbulo en la localidad de Lisandro Olmos, partido de La Plata, el 5 de septiembre junto con otras tres mujeres, todas paraguayas –una de ellas menor de edad–, declaró que la obligaron a hacerse un aborto con cinco meses de embarazo y que al feto lo enterraron en una caja el fondo del local. Efectivos de la Policía Federal volvieron al lugar y encontraron el pequeño cadáver. Se estimó que llevaba una semana bajo tierra. Tres personas involucradas en esa presunta red que traía chicas de Paraguay quedaron detenidas.
Una chica de 16 años rescatada hace un mes y medio de un prostíbulo de la localidad bonaerense de Lanús declaró en un juzgado de Lomas de Zamora que la obligaban a atender aun con menstruación y le daban una sucia esponja para que disimulara el sangrado. Su testimonio fue clave para dictar la prisión preventiva a un hombre y una mujer que regenteaban el local, informó a este diario Zabala. La oficina que encabeza la jefa de Gabinete del Ministerio de Justicia prepara emocionalmente y acompaña a las damnificadas por redes de trata hasta que prestan declaración en tribunales. Durante ese tiempo, son alojadas en hoteles o conventos religiosos –con los que tienen convenio–, con la asistencia de una psicóloga y custodia policial. Después pasan a la órbita de la Secretaría de Niñez del Ministerio de Desarrollo Social, donde lamentablemente todavía no se ha creado una estructura consistente para acogerlas, contenerlas y acompañarlas a su regreso a la vida después de la muerte.
Ese camino no es sencillo: muchas veces las propias familias las rechazan porque vuelven con el estigma de haber ejercido la prostitución o porque fueron los mismos hogares los que las entregaron o expulsaron. O porque en el vecindario vive la reclutadora que las engañó o las condiciones de vulnerabilidad y pobreza que las empujaron a entrar en esa noche eterna no han variado. “Se deberían crear áreas especiales para atenderlas en los hospitales: no son exactamente víctimas de violencia familiar ni de violación. Su problemática es distinta”, opinó Zabala.
En el Hospital Fátima, de Garupá, a 12 kilómetros de la ciudad de Posadas, hace más de tres meses está internada con un grave cuadro de estrés postraumático una adolescente de 16 años, argentina, rescatada de un prostíbulo en Brasil, de la localidad de Dionisio Cerqueira, fronteriza con la misionera Bernardo de Irigoyen, en el extremo oriental de la provincia. Hacía tres años que estaba desaparecida de su casa. “Vino por cinco días pero todavía la estamos atendiendo”, contó a PáginaI12 la médica psiquiatra Carolina Cobas, que se está especializando en la atención de víctimas de trata. “Son una caja de Pandora, no sabemos con qué nos vamos a encontrar”, describió. La muchachita es del interior de Misiones, su familia es muy pobre y no está en condiciones de contenerla, según evaluó la Justicia. Contó que tuvo un hijo, hace un año y medio, y que se lo sacaron.
–¿En qué condiciones llegó al hospital?
–Se hizo con ella lo que no hay que hacer: la tuvieron primero en una comisaría y después en una clínica psiquiátrica privada. Según la historia clínica, había intentado incendiar la sala de internación y escaparse y relataba que escuchaba voces de mujeres y varones que la maltrataban y sentía olor a alcohol. Yo lo interpreto como parte de su cuadro de estrés postraumático, por lo que debe haber sufrido en su cautiverio. Pero los médicos que la atendieron antes la medicaron. Llegó muy medicada. Yo empecé a sacarle la medicación. Cuando llegó estaba enajenada, disociada, no se comunicaba, respondía con monosílabos y a veces las respuestas no coincidían con lo que se le preguntaba. Tenía reacciones de desconfianza, de miedo. Sus dibujos eran muy rudimentarios, escribía solo la letra A. Ahora ya recuerda que hizo hasta 7º grado. Una consecuencia del estrés postraumático es quitar destrezas adquiridas. Lo que hacen con las víctimas de trata es una aniquilación de la personalidad.
–¿Se está recuperando?
–Tiene iniciativas, se comunica más. Desde el principio me impresionó que era una chica muy inteligente pero que se comunicaba muy poco. Sufre situaciones de reexperimentación de lo vivido. Según relató, antes de llegar a Brasil estuvo en boliches de Córdoba, Corrientes y Buenos Aires.
Así quedan las víctimas. Son cadáveres vivientes cuando estuvieron mucho tiempo privadas de su libertad. En el Nuevo Hospital de Río Cuarto atendieron a chicas con VIH y con embarazos de alto riesgo que estaban encerradas en prostíbulos. “Les ves la cara, les ves el cuerpito y lo primero que pensás es cómo las pueden consumir corporalmente”, dice a este diario una integrante de una red de ONG por los Derechos de la Infancia, de Río Cuarto, que trabajan contra la trata. Pide que su nombre se resguarde: tiene miedo. Ella y las demás activistas están amenazadas. En esa zona sojera, al borde de la A5 –la circunvalación que rodea a Río Cuarto– se suceden decenas de prostíbulos. Es una de las rutas principales del Mercosur.
–¿Cuántas chicas estiman que hay en estas redes explotadas sexualmente en el país? –le preguntó PáginaI12 a Zabala.
–Muchísimas ... Lejos, ellos están mejor organizados, pero por lo menos ahora no se pueden mover con tanta impunidad –plantea la funcionaria.
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