6 de septiembre de 2008
Título original: La muerte es cosa de niños
Ocurrió en Carlos Spegazzini, partido de Ezeiza. El chico, con su tía, se presentó ante una jueza y le contó que había matado a un vecino y lo enterró en el fondo de su casa. Lo hizo “cansado de que le robe, le pegue y lo extorsione”.
“Quiero saber si es mi hermano, quiero saber quién lo mató”, gritó Jorge, uno de los hermanos mayores de Oscar Villalba, un adolescente de 16 años desaparecido desde el martes. Lo dijo cuando la Policía Científica bonaerense sacaba el cuerpo que había desenterrado del fondo de una casa, en Carlos Spegazzini, bajo 40 centímetros de tierra. Era la casa de Rodrigo, el chico de 15 años que, horas antes, acompañado por su tía y un abogado, había confesado ante una jueza que había matado al chico y lo había enterrado. En el Tribunal de Menores Nº 5 de Lomas de Zamora, a cargo de Marta Pascual, declaró que había matado al otro chico porque estaba “cansado de que le robe, le pegue y lo extorsione”, contó una fuente vinculada con la causa. A partir de esa declaración, la fiscal ordenó la realización de excavaciones en los fondos de la casa. Horas más tarde, efectivos de la Jefatura Departamental Almirante Brown, bomberos y peritos de la Policía Científica bonaerense hallaron el cadáver.
Más de seis horas estuvieron trabajando las autoridades en los fondos de la casa que Rodrigo comparte junto a sus hermanos y su tía, Margarita Villavicencio, que los adoptó luego de que su madre biológica los abandonara, relataron los vecinos. La jueza, los efectivos policiales y los bomberos llegaron al lugar pasado el mediodía y, rápidamente, cercaron la zona. Sin embargo, eso no evitó que la gente se fuera acercando de a poco conformando una improvisada audiencia. El objetivo era sólo uno: ver el momento en que sacaban el cuerpo de la víctima.
Más de medio centenar de personas –en su mayoría adolescentes– cruzaban probables hipótesis sobre lo sucedido: que problemas de drogas, cargadas reiteradas y hasta un intento de violación. Ya de noche, los efectivos retiraron la camilla embolsada en plástico negro. Una camioneta policial la trasladó hasta la Morgue Judicial de Lomas de Zamora, adonde debieron concurrir los familiares de la víctima para reconocer el cuerpo.
“Aún no está confirmado si se trata del cuerpo sin vida del chico desaparecido”, dijo la jueza. Se limitó a confirmar que efectivos forenses de la policía encontraron el cuerpo de un adolescente sin vida, enterrado a unos 40 centímetros de profundidad en el fondo de la casa.
La Policía Científica bonaerense, junto con efectivos de la unidad departamental de Almirante Brown y con personal de Bomberos de Tristán Suárez –una localidad vecina–, fueron los encargados de realizar las excavaciones. Es que, horas antes, Rodrigo se había presentado en los Tribunales de Lomas de Zamora y relató que había asesinado y enterrado en el fondo de su casa a Villalba. “La declaración indagatoria, con todas las garantías, la tomé yo y ahora el chico está detenido en un instituto de seguridad”, precisó Pascual.
“Es un muy buen pibe. Algo le debe haber hecho”, disparó sin dudar Claudia, una adolescente, en referencia a Rodrigo. Lo conoce del barrio, vive a dos cuadras de su casa. “Era calladito, pero muy educado”, agregó. Chango, como le decían allí, concurre a la Escuela Media número 2 de Ezeiza, donde según fuentes de la institución es un buen alumno.
Detrás de la cinta de peligro que la policía dispuso a unos 30 metros de la casa donde se halló el cuerpo, algunos de los chicos que van a clases con Rodrigo y que ayer a la tarde aguardaban, como tantos otros, que algo sucediera, lo caracterizaron como “buen compañero, no molestaba a nadie”, aunque lo pintaron como algo introvertido.
No dijeron lo mismo de Oscar Villalba. Había desaparecido el martes, aunque, como se iba de su casa “cada dos por tres”, según aseguró su prima Laura, su familia no radicó la denuncia. “Andaba siempre metiendo miedo”, sostuvo Cristian, uno de los adolescentes que integraban el público improvisado en la esquina de Lavalle y Magallanes.
“Oscarcito” le decían en el barrio donde, además, era conocido por sus andanzas. Es que, a pesar de sus 15 años, ya contaba con varias causas por robo y otros delitos. Entre los adolescentes resonaron varias hipótesis sobre el móvil del asesinato. “Rodrigo lo mató de bronca, porque había querido abusar de su hermanito”, susurró Pablo. Miguel lo miró de reojo, como dudando de su versión, y dijo que “Oscarcito lo cagó y Rodrigo no lo perdonó”. Su teoría se sostiene si se toma como verdadera la otra parte; la que cuenta que Rodrigo y Oscarcito mantenían una relación de negocios en la que el primero le daba al segundo artefactos para que éste vendiera, y después se repartían las ganancias.
“Fue un ajuste de cuentas”, especuló la prima de la víctima. Laura, junto a un grupo de vecinos de Oscar, fue la única familiar directa que estuvo esperando en la calle todo el tiempo que duró el trabajo de la policía y la fiscal. Mostró calma sólo hasta que vio pasar la camilla cubierta en bolsas negras. “¿Por qué no me dijeron que lo habían encontrado?”, gritó mientras corría hacia el camión policial. Si bien la fiscal no dio seguridad, para ella ya estaba todo dicho.
Informe: Ailín Bullentini.
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